1.
En poco tiempo el criminal no será el que
lleve un brazalete de identificación, sino el que no lo lleve. De hecho
el celular ya es uno: hay que ver lo que se provoca por no responderlo.
Todo es prolijo e invasivo. Pedías una cocacola y te traían
una, ahora debes responder un interrogatorio que incluye tamaño, tipo,
si en vaso, si en lata, si fria o menos fria o al clima etc., hasta el
punto que no pocas veces digo ¿sabe qué? déjelo asi. Y ni modo de pedir
agua en reemplazo: el interrogatorio es mayor. ¿Del grifo? imposible.
2.
Cuando
alguien lo agrega a uno como amigo, facebook pregunta si lo conoce.
Respondo que Si porque si digo que No seguramente se la cobrarán a quien
me agregó, o me la cobrarán si soy quien lo hace. Y luego porque si no
lo conozco, si me reconozco en cualquier ser sintiente y en
cualquier elemento del universo. Pero me pregunto ¿esta gente solo
quiere que uno se conozca con quienes se conoce? ¡Qué estupidez!
3.
En
los aeropuertos de USA le preguntan a uno los policías con toda
seriedad: ¿tiene algo con lo cual pueda hacerme daño? Siempre me siento
tentado de responder que si, que claro, que con lo que más suele hacer
daño el ser humano es con las manos, y aqui llevo las mias. Pero me
aguanto no sea que las encierren en un par de esposas.
4.
Confieso
haber puesto la foto de la valla de Manizales como segunda ciudad en calidad de vida con cierto aire escéptico. La valla no se si está en
otros sitios de la ciudad. Pero es curioso lo de la percepción. Si unas
personas perciben estar bien, hay que sacarlas del error y decirles que
no, que lo que están es mal,
muy mal o demasiado mal dependiendo de comparadas cómo y con qué. Al
demostrárselo científicamente, esas personas no solo habrán perdido su
estado de satisfacción sino su orgullo personal: "que tan pendejo yo
diciendo que estoy bien porque como pollo, cuando para estar bien hay
que comer caviar". Es el estado de Amargura, sobre el que escribia estos
dias una nota en mi blog.
También los infelices tenemos derecho a ser
felices, y la mentira no es otra cosa que una verdad en proceso.
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