Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Soy aquel que tiene sigilo en la garganta
Juan Manuel Roca
Un día, sin que hubiera habido un cataclismo, sin tormenta aparente, sin lluvias y sin viento, un día luminoso y feliz, hubo una desbandada. Se fueron los amigos, escaparon los amores y la ciudad quedó vacía llena de extraños, de veloces rostros carentes de mirada, mudos.Di la vuelta en redondo mirando a ver a quien veía. No había nadie.Decidí llamar a gritos, nadie.Decidí enviar correos, nadie.Todo lleno de personas y no hay nadie.¿Soy el que falta entonces?Ah... Si se amara con el amor y la consistencia que se odia.
Si se odiara con la relampagueante velocidad con que se ama para desamar.
Si se quisiera con la intensidad que se pone en olvidar y se olvidara con la fuerza escasa, leve, del querer.Si ya no veo a nadie, si nadie ya me ve, podría andar desnudo, vale decir vestido de mi piel, por los parques y por las avenidas sin árboles, sin pájaros, sin rostros.¿Con quién se habla de recuerdos si no hay a quien decir "recuerdas"? ¿A quién, si no hay a quién, le puedo decir recuerdas esos besos, recuerdas? ¿Recuerdas cuando nos amábamos en los autobuses, en los cuartos vacíos, en medio del mar, entre las multitudes?Subir a una montaña muy alta mientras quede alguna y abrazado al viento dejarse poseer de la existencia inicial que no existía.
De lo que no hay.
De la que habrá una vez no escape el último resuello.
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