Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Digamos que en el
encuentro con uno mismo y con sus démones el amor no halla un nido. Porque
todo amor es intrusivo y es posesivo. Porque ningún amor es generoso. Es más: la característica propia del amor es que sea egoico y destructivo. No
hacer a nadie víctima de los egoísmos propios ya que serlo de los de alguien es doloroso y no hay
ningún escape. Amar el amor que considera al otro humano, que no lo pretende como
objeto ni como posesión, como objeto de vigilancia, de resentimientos, de iras, de venganzas y
sobre todo del desamor que se siembra inmediatamente nace.
De hecho se encuentra un
amor a cada paso. Cuando se va por la calle se puede enamorarse diez veces cada
cuadra. Nunca se cruzará una palabra, pero algo en ese ser, en su mirada, en su
caminar, mirar o sonreír los comunica. A veces se voltea a mirar y otros
ojos también están mirando. Dura un segundo exacto. Y ahí acaba. Generalmente acaba sin siquiera eso. Pero no hay problemas.
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