Noche de Enero.

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Entonces tomó el teléfono, uno costoso que había recibido el mismo dia, y lo arrojó contra el piso. Estaba cansado de llamadas. Se sentía acosado. '¿Qué cuesta entender que no quiero responder?' Lo había aterrorizado la gente y el frío de la noche en que no consiguió despegar una conversación ni abrió un espacio a la paz. Lo había asustado el fuego y el ruido ambiente. Frustrado, su mente funcionaba a mil por hora, llena de imágenes y de sonidos extraños. Los gestos delataban el fastidio y la ira acumulándose. Ese monstruo insidioso e indómito. Lo recogió. Corrió llevándolo en la mano. Sus ojos llameaban lustrosos e intimidantes. Oyó una voz que lo contuvo: "¿Porqué, si bastaba apagarlo?"

Dio la espalda. Alentaba el miedo.

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