No hace seis años que te fuiste (¿son seis?). Los hace que naciste en otra fecha. Eres más joven hoy y yo ¡ay! mucho más viejo. Haces falta porque ¿cómo decirlo? estás a todas horas y estás siempre y no estás. Eras ancla, asidero, seguridad, certeza, refugio, protección, aliento.
No moriste el día que moriste. Fue un poco después. Lo supe cuando al buscarte donde estabas siempre, me recordaron que nadie eras tú. Acordé ese día con mi corazón no sepultarte. Te lloré en brazos que hoy se niegan y pechos que se cierran.
Entonces sé que estás en el silencio de los amaneceres y de los atardeceres húmedos y tristes y solos y desamparados.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario