Con la vida se acumulan libros. La cosa se detuvo porque ahora están todos al alcance de la mano en la red. Pero una visita a la librería implica un montón de nuevos compañeros. No se comparan las pantallas al placer de acariciar las hojas, olerlas, saberlas, tomarlas y dejarlas. Pero incide la facilidad de la adquisición y la lectura. Hoy digo a un amigo que el placer de los libros es cuando uno deja de verlos y ellos empiezan a verlo a uno. Cuando reclaman desde el estante "ábreme, que quiero ver el sol y quiero verte."
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