Yo siento que el cuerpo me pesa, que los pies me pesan, que tengo que cargar con ellos. Que algo tiene que cargar con ellos. Mi cuerpo empieza a derivar a los costados. Y pienso excesivamente bien, mas fuera del límite de los demás. Fuera de su alcance inmediato, algunos muy cercanos me juzgan y condenan. Siento que puedo montar en una alfombra voladora, que la monto; que voy -o puedo ir- por el mundo repartiendo estrellas que nadie que me importe quiere aprehender, mientras las ven como constelaciones otros. Comienzo a estar atado a la tierra por el peso.
Mis alas se hacen cada vez más poderosas, toman impulso. Y mi mirada está muy cerca y muy, muy lejos.
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