Alma de Mujer - El Caballero Gaucho -

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Anoche mientras corría el licor y unos músicos tocaban y cantaban ahí cerca, vino a mi esa canción que descubriera el hermano que cree firme, consciente y consistentemente en que viernes que se va no vuelve -que lo predica y lo practica- canción recogida de alguna noche suya de bohemia, quizás aprendida en quien sabe que cantina montañera de esos lugares que recorre en su tarea de vendedor de específicos, de alimentador de esperanzas, de detentador de los poderes celestiales y de administrador de promesas varias, y vanas, en Caldas o en Antioquia, entre Cipirra y Norcasia, por San Miguel, por Arboleda, o por El Alambrado, en alguna vereda perdida de Viterbo, o camino de Bolombolo, en Jericó o en Samaná o en algún lugar -del Higuerón pa'bajo o en La Soledad- de ese lugar entre montañas imposibles que se llama Pensilvania,  donde los truenos se escuchan como en ninguna otra parte del mundo porque el eco exhausto de rebotar en ellas, se apaga despacio en una nota grave que alcanzan los próximos relámpagos y los nuevos truenos y ecos cansados y asordinados unos en los otros.


Aprendida, tal vez, mientras una muchacha de ojos zarcos descendiente de los mineros gringos que recorrieron esos andurriales en otras épocas, lo miraba de lejos con esperanzas de tocarlo muy de cerca.

No voy a decir que me gustó esa canción -ni que no- ya se sabe de mi pobre indumentaria, pero vino a mi: músicos, tóquenla por favor. 

(No importa si me avergüenza un poco).

*