Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

agosto 11, 2007

¡Ay! por la vieja casa.


Los meses y los días
son viajeros de la eternidad.
(Basho)



Hoy mi madre desocupa la casa familiar. Situada en un barrio siempre tranquilo, con una terraza que mira a la ciudad y al occidente, allí cupimos y cabemos todos.

Ahora demasiado compleja para ella y la tía a quien a su vez le pudo también la suya, se irá a vivir mi madre a un apartamento con menos trajín y más compañía.

Se llenó con cosas que llegaron de lejos traídas por mi padre. Uno a uno alcanzamos el punto de irnos mas volviamos a llenarla semana a semana cuando llegaba de nuevo la jauría, el bullicio, las risas de los niños grandes y de los niños niños: mi hermano mayor con su camioneta apta para cargar un puto burro, el menor con ese jeep al que le instaló un pito de la cucaracha, y todos hasta el más pequeño de los nietos con su año recién alcanzado que colmaban otra vez cada uno de sus rincones. La cuadra, repleta de carros en doble fila, ganaba vida mientras adentro mamá abría gaseosas y repartía comida que lograba multiplicar como el milagroso.

Tendré nostalgia de los muros de esa casa que se rebelaron contra cualquier cura a una humedad que muchos años no lograron descubrir de donde provenía.

Sentiré nostalgia de las mangas aledañas de donde mi padre traía chamizas para hacer el árbol de navidad y donde enseñó a sus nietos como pescar gusanos con un espartillo, campos llenos ahora de concreto y edificios.

Y tendré nostalgia de las calles aledañas por donde primero caminó el amor tomado de la mano.

¡Ay! por la vieja casa familiar. No quiero verla vacía ni como la vacían.

Quien sabe si volveré a poner el carro en primera para sortear las faldas por las que se llegaba a ella, calles paradas que antes subíamos corriendo cuando la buseta nos dejaba abajo, a las dos cuadras.

Ay! por la vieja casa familiar en que crecimos, reímos, jugamos, vivimos, amamos abierta y subrepticiamente y aprendimos a querernos para siempre. De donde se llevaron a mi padre en su partir tranquilo, donde Camilo se tomó sus primeros tragos mientras poníamos música a todo volumen y nos atendió también y tan bién por última vez.

¡Ay! ¡Ay! por la vieja casa familiar.

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