Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
El silencio es un grito enfermo de afonía.
El silencio, no sé, es un refugio interesado en que los ojos también buscan resguardo, el oído aguzado explora sin hallar y la mente adquiere forma física.
No me gusta el silencio acorazado: al que se llega producto del orgullo, de la autodefensa. O de la indefensión.
Silencio, sí, que no sea carencia de diálogo sino uno distinto y más intenso. Silencio que sea un grito expresado sin sonidos. Silencio que lleve a hablar con los seres de otra forma: en que los ojos brillen y la sonrisa siempre esté dispuesta. Y un leve roce de los dedos resuma la conversación de horas.
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