Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

septiembre 11, 2008

Beso







Luis Fernando Gutiérrez-Cardona


"Y hay una sola saliva
y un solo sabor a fruta madura..."

(Cortázar)




Es una noche fría de luna creciente. Suena un concierto para violín de Mozart. El portátil se apoya sobre la pierna izquierda que a la vez descansa sobre la derecha que se estira y ambos pies, desnudos, helados, reposan en un pequeño banco. El libro abierto es Ensayo Sobre Budismo Zen. Sus citas han acompañado el camino pero el libro lo encontré apenas ayer. Su lectura resulta ardua así que lo haré con entusiasmo pero sin impulso; tomaré notas, marcaré, subrayaré y avanzaré desandando un par de hojas cada vez que venza una. ¿Cómo es que estoy tan loco si los maestros me enseñaron que cuando como como y cuando duermo duermo?
Llega un grillo verde con un mensaje. Le sonrío, lo escucho: es un trozo de Cortázar y quiero continuar pero no puedo. El mensaje y el mensajero siguen ahí y también me hablan de sueños.
Esos ojos de cíclope que se acercan llenan el espacio, esos labios que coinciden, esos respiros confundidos son propios, dice, solo que es un beso de bocas de que habla. Los besos, no míos sino nuestros, son de bocas y de piel y de universo y aire, de boca navegante de mares oceanos, de boca en el dedo pequeño del pie izquierdo, de boca que avanza por cada espacio de lo que allí empieza, por cada hendidura, por la pequeña cima del tobillo ahi adelante, de boca que marcha por la senda larga a cada profundidad, a cada curva, a cada redondez en ascenso y en descenso por cavernas y planos, por montes agrietados y montañas de cumbres rojas que se incendian, hasta llegar sin concluir, tras un viaje sin tiempos y sin rutas, al dedo pequeño del pié derecho. Besos contribuidos por manos que recorren el centro de la espalda con un solo dedo que apenas si transita, para y se detiene sin que se sepa en que lugar preciso; arrumes de piel de cualquier parte, espalda que se ajusta contra pecho, extremos que abren y se abren, abrazan, cierran, ofrecen, solicitan, dan y exigen; ojos que cerrados se integran en la totalidad de cuerpos vueltos uno.
Beso estrujón de suma igual a cero, de pérdida y ganancia. Beso que dice "quiero" -como quiere un vaso de agua el ser sediento-. Un solo beso dividido en miles de pedazos. Fragmentos que son todo y parte, ninguno carente, completo cada uno, incompletos si se les piensa, incontenidos, nada sobra, necesarios, indispensables. Instintivos, un poco muy bestiales. Beso que igual que boca busca el pliegue bajo el hombro, y ese lugar que solo el sabe, al encontrarlo. Y esos ojos de cíclope ya carbonizados, inaparentes, ciegos, ciegos anhelantes no ven, sienten; no se abren porque para qué si cada poro mira, si cada vello ve, si cada olor se reconoce.
Si hay un solo sabor la lengua es también mano y los oídos dispuestos para oír no oyen pues se han vuelto tacto, tan sensibles esos oídos que yemas son y labios. La mente, mente no es: sentido. Las bocas no son aptas para besar, pues todo es beso. Beso... beso. Todo besa y es boca.

Estabas en el sueño. Te aseguro, no dormías.



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