Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
1.
y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque inútilmente,
dice Kayyam
— O bien podría meterla -la luna- en la botella o en el cántaro y beberla para que tome el lugar vacio en el pecho.
— Un vaso de vino, una noche de luna llena, un lugar tranquilo. Alguna compañia no demasiado dramática. La luna caerá en el vaso. Bébase de golpe y la luna estará dentro en un instante.
Si lo bebe a sorbos se beberán varias lunas. El resultado no será el mismo. Y habrá tiempo al arrepentimiento. Mire a ver. (Seguirá el vacío, pero será un vacío enlunado)
— Que sea “fondo blanco” entonces, basta con un solo corazón lunar, bastantes faces abarca… Seguirá el vacio mientras sea luna nueva, y rápidamente empezará a crecer hasta llenarse… y luego se caerá en el efecto “fénix”: muerte y resurgimiento.
— Y a eso es lo que llamamos "vida".
— Cierto.
(en el diálogo Bouffon de la Mort)
2.
"Me haces falta,
no importa que sea tan solo una palabra o dos,
no importa si es un hola, un hasta luego
o un adiós..."
Ni una palabra, ni dos, ni el hola, ni el hasta luego,
ni el adiós.
El silencio es la más poderosa de las armas suicidas
la más asesina de las armas.
Pero el peligro de reclamar palabras
es que aparezcan las que no queremos.
"Ten cuidado con lo que pides a los dioses, aconsejaba Sócrates, porque puede ser que te lo concedan".
3.
¿De qué?
4.
Condujo quinientos kilómetros con el ansia secreta de darse de frente con una tractomula. No porque lo quisiera. Solo por accidente.
Condujo quinientos kilómetros entre lágrimas de desolación, con corazón de muerto.
Al regresar no lo esperaba un abrazo.
Ni le dijeron "siquiera que llegaste".
Enloqueció en el camino.
Ahora el loco se hace el loco y luce cuerdo.
5.
"¿Me quieres qué?" -le respondió.
No supo que contestar.
No dijo más.
*
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