Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Escribí hace unos años un mensaje a una amiga que amé y que, tal vez, me amuvo. Lo encuentro hoy al abrir una carpeta empolvada. Guardo esa amiga con afecto en mi ser. Ahora, que me siento removido del amor de alguien y me doy por enterado de ello, resulta muy causal el encuentro de ese mensaje que reproduzco con algunas variaciones:
"Cada ser es el mejor ser del mundo. Su partida me parece, años después de alguna muy sensible, que achiquita el mundo y que lo hace bastante más inhóspito. Mi corazón contigo.
Al sol y a las estrellas no les importa mucho ni poco la existencia de los pequeños seres que pululan en el punto azul del brazo de una galaxia de las tantas que hay. ¡El sol es tan pequeño!
No importa: eres polvo de estrellas para quienes son considerados tuyos. Para quienes nos consideramos tuyos. No podemos hacer más. Queremos no ser menos. Esa es la burbuja.
Como la burbuja que eres, reflejas colores y sonrisas y palabras.
¡Námaste! Un abrazo desde el corazón. Y un beso."
¡Námaste! Hoy nuevamente a todos los seres sentientes que llegan o se alejan.
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