Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Así es el llanto.
Antonio Gamoneda
Antonio Gamoneda
Tomados de la mano llegábamos hasta un lugar cerca de casa
-sin tanta luz artificial entonces- a mirar las estrellas.
Mirar tus ojos. Eso era lo mismo.
En ese tiempo creía que no había más amor que un amor,
que no había más ojos que unos ojos,
que sus labios y sus manos eran los únicos labios
y las únicas manos.
Creía que había una vida más allá
y que esa, a la que decíamos nuestro lucero,
en realidad era nuestra estrella.
No sentíamos frío aunque la noche fuese helada.
Cuando agotábamos los besos
corriamos...
nos precipitábamos falda abajo
inquietando los celadores de esa fábrica que ya no existe.
En realidad
huíamos de nuestra naturaleza que se aceleraba.
Llegábamos acezantes
y nos besábamos entre risas
al despedirnos.
Subía tu calle andando de espaldas
pendiente de ti hasta doblar la esquina
-tú de mi-
y al llegar a casa te llamaba.
Decíamos amarnos.
§
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