Es tan temprano aún.

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Es tan temprano aún. Los bares siguen abiertos y yo, la verdad, no quiero nada.

No me sirvan un trago más en esta barra; lo último que merece un recuerdo no lo recuerdo ya. No tengo deudas aquí. Todas las de alcohol, están saldadas. El cantinero tiene el pago para el taxi y el lugar de llegada está dispuesto.

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Quisiera una noche eterna que empezara ahora que la luna es llena, alta y muy brillante. No tener que dormir, ni despertar otra vez.

- El tesoro de la eternidad no se descubre solo, se descubre con el otro, ya sea exterior o interior. Hoy quiero renunciar a mi cuerpo y botarme a la eternidad, a una inmensidad con el otro. Esta noche quiero que seas otro.

El otro, que roza con la punta de su dedo este dedo y establece una comunión de gritos silenciosos. El otro, capaz de levantar el vuelo con su carga de alas inútiles, plegadas. El otro, capaz de convertir en sonrisa el alarido de su caída libre y volver a llenar en un instante su corazón de sueños, ilusiones, deseos, esperanzas.

- Ese otro que termina y cuando se va deja el bosquejo del final, del ensueño, de la utopía más intima y guardada. El que pinta los secretos de un desconocido, y le abre la jaula a la bestia mas inofensiva de todas : la nada. 

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Cuando a mis cuatro palabras respondió "¿perdón?" salí huyendo. Me tropecé en la ventana y al llegar con una ala invisible adolorida, acezante, mi cerebro se quedó a oscuras.

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Óyeme. ¿Me recuerdas?
soy el que antes de ahora
  era tu novio.
Por cierto: tengo un nombre
prestado, sí,
pero lo tengo.

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Cuando me preguntó qué somos

mi corazón se resistió
no quiso darle las respuestas
si somos también tendría que saberlo
dijo el silencio.


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- Nelson Amézquita Cifuentes