Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Mar
nostalgia del vuelo de gaviotas
de sus gritos
de su juego libre
y su trabajo libre a lomo de las olas indiferentes
como es indiferente una cama solitaria
de sábanas ondulantes, acariciadoras en sí, amables.
Dolorosamente cálidas o desoladoramente heladas.
El mar,
que avanza sin pedir permiso
que se mete entre los dedos
que desestabiliza los pies y que
-como el amor- arroja al suelo el hombre
y lo derrota.
Tengo solo una edad -no me preguntes más por ella-
desde mis once años la misma edad: viejo.
Viejo y mar, ahora separados.
Mar y viejo. Antes él.
¿Cuál es la edad del mar, entonces?
Dime tú: ¿cuál es la que le queda?
Es una magia el mar
me meto en él desnudo por su abrazo total
que encierra el todo,
la vida también.
También la vida.
§
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