Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
El cuento de querer más o tanto que a uno
mismo es muy discutible. Propuesto por Jesús como primero y principal fundamento de su camino, sirve a los fines de pesar, medir, catalogar y etiquetar. Extraño mandamiento del amor con fundamento en el cual se mata o se descalifica. Extraño además cuando quien lo dijo, también estableció el conmigo o contra mi.
El universo no ama. Está ahì.
No hay algo como un queridómetro del cual cada uno sea prototipo y límite. Sería, como es, un instrumento a la medida de cada quien y de su volubilidad. Se amaría, como se ama, en unidades de ego.
Amar como a uno mismo, dice Adriano, es absurdo para el ignorante que solo se amará a si mismo y para el sabio que amará a todos, menos a si mismo.
Cuando se oye decir te amo, resulta que hay que mirar a quien lo dice, para conocer el tamaño de su amor, según sea su tamaño.
El universo no ama. Está ahì.
No hay algo como un queridómetro del cual cada uno sea prototipo y límite. Sería, como es, un instrumento a la medida de cada quien y de su volubilidad. Se amaría, como se ama, en unidades de ego.
Amar como a uno mismo, dice Adriano, es absurdo para el ignorante que solo se amará a si mismo y para el sabio que amará a todos, menos a si mismo.
Cuando se oye decir te amo, resulta que hay que mirar a quien lo dice, para conocer el tamaño de su amor, según sea su tamaño.
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