Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
No se vale saludar a lo burro. Al llegar se tiene que dar abrazo y beso uno por uno. Abundan las sonrisas y las palabras amables.
Ha sido así año por año. Enseñado por los padres, animado por los hijos, transmitido a las zagas, potenciado por estas.
Son al menos 360 abrazos por tanto. Luego unas horas de compartir desde lo inocente. Sin involucrar asuntos serios. Siendo niños como lo pidió Jesús.
360. Un giro de la rueda en besos.
360 abrazos. Uno a descontar al dia, cada dia, mientras regresan.
Pero los recargamos también, en menor escala, semana por semana.
Pero los recargamos también, en menor escala, semana por semana.
Que eso signifique tanto.
Que no deje de significar.
Que se repitan y no cesen las sonrisas, porque sonreir es algo que se aprende y se olvida fácilmente.
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