Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

enero 28, 2013

Las muchachas de mi pueblo.



Luis Fernando Gutiérrez-Cardona


Pensilvania


Las muchachas de mi pueblo, aquellas que vivían del cuento, estaban aglomeradas en un sector que se conocía genéricamente como 'el barrio' o 'la zona' al que se llegaba por una sola vía, empedrada y solitaria. Ellas debían ir todos los sábados en la mañana al Hospital para algo que llamaban, no sé si con perversidad, el registro. Era el único día que salían de por allá y lo hacían con sus minifaldas, sus tacones, su maquillaje y toda la parafernalia encima, o sin ella, porque en fin de cuentas era también la ocasión de mostrarse. De niños sacábamos la disculpa de ir a la piscina de los Hermanos en Betania, o a un charco de la quebrada que pasaba más abajo que llamaban 'la guitarra' —de aguas a la temperatura ideal para mezclar con whisky— y así podernos parar en la esquina de un edificio que ya no existe y se llamaba el Panóptico a verlas pasar.

Tenían el recorrido señalado por la policía. Nada de pasarse por la plaza o salirse de él, so pena de calabozo. ¡Hasta mirarlas es pecado mortal! tronaba el cura Nieto desde el púlpito.

Las señoras de la cuadra por donde iban de subida a su compromiso, cerraban las ventanas. Pero dejaban abiertos los postigos porque luego comentaban sobre la ropa que llevaban, o no llevaban, puesta e iban a la inspección de policía a quejarse por ello. Además, estaban enteradas vía rendija, de los hombres que pasaban de bajada siguiendo sus pasos en la noche mediana, y regaban el chisme con sus lenguas de víboras.

En una ocasión llegó al hospital una señora de San Daniel -una vereda lejana- justo a la hora en que se cumplía esa actividad y viendo tantas mujeres haciendo fila preguntó por qué. Alguien le dijo que es que allí les repartían dulces. La señora se puso en la fila y cuando llegó donde el médico éste al verla tan mayor le preguntó "¿Y es que usted todavía se los come? Y la señora con total ingenuidad le respondió: "Claro que sí. Y los que no me como, me lo chupo".


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