Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Yo pienso si uno puede conseguirse un francotirador y pagarle porque dispare a un punto determinado, en el vacío, a cierta hora precisa. "Por joder ¿sabe? Me dio por eso, cóbreme el cartucho que, en fin de cuentas, usted dispara por gusto". Con tanta tecnología disponible sería cosa de unas coordenadas y alguna referencia por lo del margen de error. O de una trayectoria al punto infrarrojo de un teléfono,
Y pienso si, tal vez como decirlo, si sería una desgraciada coincidencia, un absurdo accidente, que en ese lugar estuviera mi corazón. Sí. ¿Quién podría prever que en el rumbo de esa bala estuviese él? ¿Y a esa hora? ¿Y en tan inopinadas circunstancias? Todo acabaría en eso que llaman un hecho fortuito, un incidente fatal, un acto inocente: cosas que pasan. Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Un proyectil contra la nada, perdido en la nada, y ese corazón pasaba... mala suerte.
Y yo pienso si no sería esa una forma de crimen perfecto.
Y muy feliz.
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