Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Hoy
escribo para aquellos con quienes me cruzo con frecuencia en su camino. No sé porque
hago esto. Compartir un poeta que descubro en la madrugada. Compartir
una frase o una conversación o alguna música inusual. O estos pensamientos
mal transcritos. Siento que hacerlo es un poco irrespetuoso. Que tal vez los poemas o las palabras apiñadas son como una ensalada de brócoli que no le gusta a todos. De alguna parte, me echaron por poner el texto
del discurso de Mujica en la ONU. Siempre me pregunto porqué no me
contengo. Cuando, creyendo que se ha abierto alguna puerta, doy un paso más allá, generalmente me equivoco y me
encuentro con el rechazo que las palabras no alcanzan a generar franco y
abierto. Es una sociedad de temores frecuentemente justificados por la
experiencia. Vivimos la sociedad en que solo lo evidente tiene valor. Un
valor negativo casi siempre. En la que todo miedo es poco. En la que se es siempre un sospechoso.
Los lobos esteparios tienen la soledad
como su ámbito natural. El lobo que trata de escapar del mismo no es
lobo, es un traidor que merece su castigo. ¿Qué animal depreda al lobo?
Pregunto y me responden que ninguno, que está demasiado alto en la
cadena trófica. El hombre persigue al lobo por matarlo, no para
comerlo.
Yo busco encontrarme con una corriente cósmica que me deshaga o
que me haga. No busco encontrarme de frente con una bala perdida,
porque si está perdida no podría hallarla. "...y no tengo amor, vengo a
ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe."
Todo desamor es
plausible. Tiene una razón, o tiene muchas. ¿A qué le habla un remedo de ser humano? ¿De qué? ¿En qué lenguaje?
Hay que empezar a tener miedo a tiempo. Siempre se lo tuve al tiempo. Pero no ha sido suficiente.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario