Amanecer III

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Se puede querer crear lazos que no aten, eslabones ligeros y abiertos. Encuentros de almas libres convocadas a la soledad. Se vale el subterfugio que no obliga ni aprisiona. Como la fuerza invisible que sostiene el universo, como las energías cósmicas nos atraviesan; como nos determina, sin cuestionarnos, el destino.  Así quien escribe. No acciona para no coaccionar. No quiere conocer, quiere ser sin poseer puesto que toda posesión es una carga.

A veces, muy pocas veces, imagina a otra persona. ¿Qué habrá por su noche? ¿Estará ahí o solamente son sus aparatos encendidos? ¿Dormirá o soñará? ¿Se molestará con unas letras que le trae el viento? ¿Qué piel la cobijará? ¿Estará tranquila o angustiada? ¿Qué lobos le perseguirán en su memoria? ¿Será ruidoso su silencio? Su cuerpo, su cuerpo ¿cómo será su cuerpo? ¿Qué lo alimenta y qué lo alienta?

Algunas veces quisiera deslizarme por su piel, sentirla, aspirarla, sorberla en una complicidad de alientos sin peso, sin preguntas, sin anhelos. Alguna vez se escapa disimulado entre otras voces un te quiero pocas veces captado, algunas descubierto con desconfianza preventiva, o ignorado. Mi mente recupera pronto la cordura y calla. Y recuerda que es muy tarde.

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