Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
"Dios le pague y le de el cielo" decían mis ancestros de las montañas nativas. Se usaba en casa como muletilla. Los mandados empezaban siempre así: "que mamá le manda a decir que si por favor tal cosa y que Dios le pague y le de el cielo". Se decía en las tiendas, en las calles, se decía en todas partes y siempre. Ahora en el banco escuché la expresión de un hombre sencillo en vez del automático "gracias" con la cual fue reemplazada. Sonreí cuando la cajera, infinitamente más joven, le respondió quizás por conocimiento genético: "Amén".
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