Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
El camino de la muerte,
a pesar del sol de otoño,
¿quién querría emprenderlo?
M. Basho
He leído cosas tristes, escuchado música de Lex Van Someren, escrito cosas tristes, pensado cosas tristes. He eliminado, con tristeza, los amigos que ya no lo son, a los que se les acabó el interés o la curiosidad, a los que sencillamente se aburrieron, a los que se olvidaron. Los conservo en un lugar del corazón. Fui a la tienda, compré un aparato que no necesitaba y regalé el viejo. Paré en un restaurante italiano a almorzar. Me dejé convencer y me sirvieron, fria, una ecléctica mezcla sin gracia de pasta y lomo de cerdo en sospechosa salsa de frutos rojos y mucho queso: horroroso el invento producto de la falta de franqueza de los clientes.
Dicho lo anterior lo encuentro cruel. Es cruel hablar de comerse pedazos de un ser vivo, es cruel ver en la televisión esos programas que muestran como se depredan los mares, los campos, los bosques. También una planta es un ser vivo. Todo pasa por el tracto digestivo sin más y termina, mal procesado, en el agua y en el mar que muere. "Comer un fruto -dice Yourcenar en Memorias de Adriano- significa hacer entrar en nuestro Ser un hermoso objeto viviente, extraño, nutrido y favorecido como nosotros por la tierra; significa consumar un sacrificio en el cual optamos por nosotros frente a las cosas. Jamás mordí la miga de pan de los cuarteles sin maravillarme de que ese amasijo pesado y grosero pudiera transformarse en sangre, en calor, acaso en valentía. ¡Ah! ¿Por qué mi espíritu, aun en sus mejores días, sólo posee una parte de los poderes asimiladores de un cuerpo? "
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