Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Las hojas muertas reviven con el viento y viajan con él distancias que pueden ser muy largas. Los amores muertos —también las amistades— se resisten a dejar de existir. Persisten en la nada. Y aunque se les trate de dar nuevos impulsos, estos no serán más que empujones a una masa inerte. A un muerto viviente. Esfuerzos vanos.
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