Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Gracias, Papá. Tuviste un único propósito en la vida que fue tu familia y lo realizaste. Hiciste de nosotros una. No hubo nada tuyo que reclamaras como tal, ni un objeto, ni un espacio. Ni los hijos a quienes dejaste ser a su aire. No dejaste pasar ningún momento. No faltaste a ninguna reunión. No fuiste causa de discordia alguna. No pediste o exigiste nada y el día de partir en definitiva lo hiciste de la manera más discreta. Rendiste tu cuerpo en la banca de una iglesia. Para no poner a Dios a buscar tu alma, la llevaste allí donde creías que habitaba. Les dejaré mi ejemplo, decías. Vivir y morir como el Justo. Hoy que estás nada más que en la mente de unos pocos te paso de nuevo por el corazón. Padre bueno, buen papá.
lfg-c©
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