Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Cuesta ser original en estos tiempos en que todo es confrontable a nivel mundial. Las palabras que a uno se le hacen propias en las noches, que entreteje en los ratos de soledad o excitación, o mientras conduce rumbo a casa, o que las ve surgir del humo de un café, al publicarlas alguien las pone en el buscador y las encuentra, en igual secuencia, en un millón de páginas. Así y todo de pronto te sorprendes al verte citado, o lo que es peor, al verte reproducido sin ser citado. Quizás porque citar al que citó la cita es agobiante e innecesario. La palabra es la muerte de la cosa, dice Lacan.
lfg-c©
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