El planeta.

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

En estos días discurría en una charla sobre el significado, y el significante, que ha tomado la palabra "planeta". No es el mundo, ya, nuestro habitat. Es "el planeta", así, peyorativamente. Una roca acuosa y diminuta, un vertedero del que hay que buscar escape. Me ofende ese científico de silla de ruedas que promueve la huida y que ve la tierra un peladero inhabitable idéntico a la luna, ya. Lo más parecido que han encontrado para que la especie humana vaya a vivir, orbita una estrella enana a seiscientos años luz. Me gusta mucho andar descalzo. Y pienso con el maestro Zen que el camino está asido a las plantas de los pies. He andado muchos caminos y no he ido a otra parte que a mi mismo. Desde esa perspectiva es triste. Y es inútil andar. ¡Es todo tan inútil! Se habla de dejar huella, y se termina tierra, barro, lodo, nada. Por eso hay que ir donde se te ocurra ir. Puedo escaparme del vertedero leyendo, escribiendo, tomando lsd o, incluso, viviendo en un orgasmo permanente, instante este que arrima la vida a la muerte y las confunde. Pero aún así permanecería aquí en el vertedero. ¿Por qué, entonces, tanto menosprecio?

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