Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Ocho años atras estuve en USA en la posesión de Obama. Tras dos
discursos memorables (el de la nominación y el del triunfo) creí
sinceramente que este hombre cambiaría el mundo y quería dentro de
muchos años decir: yo estuve allí. El discurso de toma de posesión ya
fue una versión desde el poder: meditada, política, sopesada, que hizo
mayor el frio en la explanada. Me compré el New York Times del día y lo guardé
intacto porque sería un icono con los años. Una joya. Pero no pudo. No lo
dejaron. No fue capaz en ocho de años ni siquiera de algo tan
aparentemente simple como cerrar la cárcel de Guantánamo o salirse del atolladero de Afganistán. Su liderazgo
no fue brillante. Y lo que hizo lo deshará en dos minutos el
terrorífico, el temible, Mr. T. La esperanza no sirve de nada. Ni la credulidad. El
poder es el poder y lo tiene quien lo tiene. Obama nunca lo tuvo. Ya
se verá como los malos si lo ejercen.
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