Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
"Pero de todos modos he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada. Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre; así es para todos. Pero la incertidumbre del lugar, de la hora y del modo, que nos impide distinguir con claridad ese fin hacia el cual avanzamos sin tregua, disminuye para mí a medida que la enfermedad mortal progresa." (M. Yourcenar, Memorias de Adriano)
Si yo fuera tú y tu fueras yo un día como hoy te llenaría de cariño, te cubriría de palabras, te haría saber de mi afecto hora por hora a lo largo de la vigilia. Y a lo largo del sueño te soñaría hasta despertar. En contra de la vida y a favor de ella habría buscado la manera de verte un instante y entregarte un ramo de hojas como presente y como presencia. O alguna de esas cosas que no cuestan dinero. Si fuese tú y tú yo. Mas tú eres tú y yo soy yo. Mas tú me ves de cierta manera y de cierta manera es como te veo yo.
No se comprende que despreciar y depreciar sean la misma cosa. Que se vierten palabras al viento por una razón y más de una. Que quienes amamos las palabras también vivimos de ellas. Que las dejo ir para tener que respirar y en que flotar. No se comprende y sí, sí se comprende. Difuminados, un saludo es como la ratificación de que existimos; se advierten por tanto las ausencias. Cierta dosis de tranquila excitación ahoga los aullidos del lobo estepario.
En este punto los muchos se quedaron atrás, y lo que se ve adelante son los pocos. Empiezan a doler las articulaciones, la espalda se enamora del suelo, los pies del cielo y la mente se inclina a las divagaciones.
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