Tienen recien cadenas
mi recuerdo.
—Federico García Lorca
Recuerdo esas veletas que se hacían de una hoja de cartulina a la que se le practicaban algunos cortes, se doblaba y se aseguraba por el centro con algo a un palito del cual se tomaba, y se corría contra el viento haciéndolas girar. Cuando uno se detenía ella también. Si quisiera una no sabría hacerla. No se ven mucho ahora. Como ese artilugio asi el hombre, asi la vida. Atado, gira mientras esté en movimiento. Mientras quiera. Mientras pueda. Cuando llega la hora del cansancio llega también la del abandono, la del rechazo. La de ser llamado viejo. Uno puede resistirse mas acaba dándose cuenta. No obstante, permanece anclado hasta que se desecha o hasta que un viento feroz lo arranca y lo destruye.
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