Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
¿Cómo se ve la vieja Europa? Siempre quise recorrer los campos de
Escocia en primavera... Tal vez porque siempre me atrajo la luz que tan
al norte incide diferente, más oblicua, más suave. Así se ve en las
películas. Me imaginé en Islandia caminando con botas, un cayado y un
perro. Nada de eso es ya posible.
Quiero llegar a otra meta y hacerlo
pronto.
Por lo demás el planeta gira a la velocidad constante de un día
cada día.
Agarrarse a la felicidad es necesario al identificar
aquellas cosas que la hacen posible para sí mismo -la bendita no es
igual para todos. Correr descalzo por los céspedes, caminar sin
preocupación bajo la lluvia (lo hice el viernes) y llorar; tomarse un
café y luego el otro, el de quién nos acompaña o sea también uno. Pensar
en el amor, soñarse acariciado y acariciante, sorber los olores y
sabores de una piel, con penetrarse en ella, con versar, conversar,
hacer de dos sudores uno, amarse al paso sin llegar a tocarse, con el
tango sentir que es un soplo la vida y con el bolero preguntarse cuál
fue ese sin ti con quien no podré vivir jamás. Por lo demás el relumbrón, noticias que no lo son, opiniones que no importan, los insultos entre
los innombrables que ya no son dos sino una corte de los ángeles
celestiales que los acompañan, las ratoneras omnipresentes,
ministeriales, los que halagan, y los que elevan. Robos y mentiras.
Ah... y el invento maravilloso de la pos verdad. Hace tiempo había
descubierto en una charla porque me surgió del momento al ser
sorprendido en una, que la mentira era una verdad en proceso. Así
están las cosas ya que lo preguntas. Y así estarán.
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