En un bar que hay acá, contiguo a mi trabajo, en la zona rosa de la ciudad, en la puerta un cartel dice: "Prohibido el ingreso de armas de fuego". Es sencillamente un cerveceadero sin nada especial. Y la ciudad no es el lejano oeste. Jamás he tenido en mis manos un arma de fuego ni sé de amigos que las tengan. Quizás apreté una vez el gatillo de una carabina en la finca ancestral y con eso tuve. Solo pensar que ese disparo podría acaba en el cuerpo de alguien o de algo, aterra. El aviso me choca y me entristece. Por supuesto al percatarme de él paso más rápido por allí. Y, definitivamente, jamás entraré, pues si lo advierten es por algo.
lfg-c©
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