Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
"No me aguanto las ganas de decir algo", dijo alguien en la mesa del lado. Sus contertulios arrimaron las sillas y él prosiguió: "No sé si tenga lectores aquí, no importa. Hoy escribí sobre mi padre y sus hermanos. Aquellos tios que no conocí o bien porque la vida no los puso en el camino o bien porque nunca quisieron ponerse ellos en él. Lo que aprendimos de nuestros padres, sus abuelos ahora difumidados, no obstante, fue a estar juntos.Nunca había pensado que envejecería. Solo desde unos meses acá he adquirido consciencia de ello. No me ha gustado. Me he sentido vulnerable, apocado, disminuído. Y veo menos bien, pero aun veo. Veo que estamos más cerca de ir al entierro de uno de nosotros seis. Aunque papá y mamá y Camilo y Carlos estan aquí -hace unos minutos hablábamos de ellos- no dejemos que se vayan del todo. Sintamos que estamos bien estando juntos, no eludamos, no busquemos alternativas al encuentro. Nadie traido a la familia no ha sido adoptado, o adaptado, a nuestras manera y ha empezado a ser de alguna manera igual que todos.Está aquí la gente joven, la que hemos visto nacer y crecer- con sus sonrisas, con sus novias, con su universidad, sus profesiones a cuestas y sus ilusiones. Ese primaje maravilloso que han construído manténgalo asi. Manténganse juntos. Y con ustedes manténgannos juntos a nosotros. Sigamos abrazando a quienes abrazamos, y lancémonos a abrazar a quienes no lo hacemos".
Calló. Otra voces lo apoyaron. Levantaron las copas, se miraron a los ojos y se dijeron un ¡salud! que brotó de muy adentro.
§
No hay comentarios.:
Publicar un comentario