Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

enero 23, 2025

La casa


 

Esta era la casa de la tía Zenayda. Se accedía por un pasillo estrecho que se abría a un corredor ancho a cuyo lado derecho estaban las habitaciones. Uno caminaba como sobre el vacío pues la casa iba volando hasta hacerse un cuarto piso en el otro extremo. Y tenía algo mágico el corredor ese: una puerta sobre el piso que se levantaba para dar paso a una escalera que llevaba a a la casa de abajo, que era otra, donde vivía una señora que se llamaba Uvaldina y ayudaba en los quehaceres a la tía. Toda ella, la casa, era así, de paredes de tablas paradas unidas por guardaluces como tantas otras. No había concreto, ni hierro, ni normas antisísmicas, ni reglas contraincendios. No pasaba nada. Los fogones eran hornillas de leña o estufitas de petróleo sin que nadie objetara qué peligro. Todo muy básico y práctico. Los niños corretiabamos por allí y la tía, si tenía, nos daba unas panelitas de leche que ella hacía cuyo maravilloso e irrepetible sabor conservo en la memoria. Les tenía nombres a mis hermanos: Jaime era Jamán y Camilo era Tinilo de mi corazón Tinilo.

La última vez que estuve allí, hará cosas de cinco años, el interior había sido modernizado, ya no había corredor ni puerta levadiza y en el extremo la prima Socorro hizo un mirador hacia el oriente, desde donde ver el amanecer fue fantástico. Sentí la presencia de ella, de Consuelo, de la tía y el tío Salvador Murillo. Los aromas ancestrales, el frío, el ruido de la calle real en la noche, de las chivas y del trote de algún caballo en la madrugada. No hay ya sonido de campanas llamando a misa de cinco. Ni viejas madrugando al rosario de la aurora.  Ni arepas en la hornilla. No hay ya vaca ni ordeñadero en cada casa, ni olor a boñiga ni a postrera. Uvaldina, desde una esquina miró a Ángela, sin que se diera cuenta por fortuna. Yo si la vi, pequeñita con el delantal enredado entre los brazos. Salimos. Cerramos con cuidado. Y volteé a mirar esta fachada de ventanas pintadas del mismo color y tal cual. Tal cual es, tal cual fue siempre.

 

Foto DRA


No hay comentarios.: