En el zen, recuerdo a aquel maestro que como apareció desapareció, el vacío (ku) no es carencia, sino apertura. Es el espacio donde todo puede suceder, donde nada está fijo, donde la forma se disuelve para que el temblor de lo real pueda manifestarse. Lo vacío -¿la soledad?- no es lo que falta, sino lo que permite. Como el silencio que no es ausencia de sonido, sino condición de posibilidad para la música. Como el cuenco que no es su cerámica, sino el hueco que contiene. Como el poema que no se agota en sus palabras, sino en lo que deja sin decir.—“lo más lleno es lo vacío”—
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