Hay algo que subyace escrito por completo, miles de veces visto y revisado. Ya está concluido. He tenido el libro entre las manos. Ese cúmulo de palabras, de reflejos que se sueñan, se viven, se leen... y se esfuma en las sombras de la noche o las brumas del amanecer. Se difuminan, no desaparecen: siguen ahí. Permanecen en la memoria, en ninguna ubicación específica.
Despierto, sé que existen, mas apenas si intuyo lo que tienen o lo que son.
Un buen día, ojalá, recuerde la frase de inicio o culminación que son sus claves de acceso. Esas claves que inventó y utilizó por primera vez el árabe para su cueva: "Abrete, sésamo". Palabras mágicas que abren a los ojos, desde las puntas de los dedos, un universo de ceros y de unos.
O, tal vez, la clave nunca se recupere ni se de a conocer. No verá ese algo entonces nadie diferente al ser que lo posee en sueños cuando somos sin pertenecernos por entero. Aunque quien sabe cual será la realidad, si aquellos o esta.
1 comentario:
Aún no logro ver entre líneas, lo que seguramente está en ellas.
¿Será por aquello del código secreto?
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