¿Seré complejo?. Opto por asimilar que esa complejidad reside en su enorme simplicidad. Paradójicamente terminamos, o empezamos y seguimos así, viéndonos no a la luz de la propia observación -negando la consciencia-, sino desde la observación del otro...
Absurdo acto el de meterse en el ser del otro -de los otros- para ver, desde allí, nuestro propio ser y no saber, por imposibilidad invencible, quien es uno, ni quien él ni ellos.
La consciencia del si mismo mismo llevaría, por fuerza, a la aceptación de lo que hay. A la reafirmación del ser que se es. Todo conspira contra ello: nos enseñan a arrepentirnos de nacer al nacer, o nos hacen nacer arrepentidos. O ambas cosas.
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