Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Me niego a aceptar aquello de que mientras más conozco a la gente más quiero a mi perro. Porque si lo aceptara ¿qué has sido tú?. De hecho, la virtud del perro es que quiere momento por momento, ahora tras ahora. Nos recuerda, si, y una prueba de ello es que sufre en el abandono o en el cambio. Pero por su ahora muerde la mano que un minuto antes acarició con su lengua. Por ello salta de alegría aunque solo haya dejado de vernos por un rato.No se si tengo una perrita o ella me tiene a mi. En mis días de desolación, que lo son todos, en el momento en que es mayor o cuando solo empieza, ella se va hasta donde yo esté, me mira fijamente y, a veces, pone su pata derecha sobre mi mano o se sienta sobre los libros que estén ahí abiertos al lado, y apoya en mis piernas su pequeña cabeza gris.Pienso en juana como un ser sabio a quien su círculo samsárico trajo en su forma actual. Ha tenido una buena vida. Aunque quien sabe si aguantarme a mi lo sea.
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