Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

noviembre 02, 2009

Introspectiva



Luis Fernando Gutiérrez-Cardona



Y muero por vivir...


Este mensaje tiene el sabor y el color de una conversación de silencios, palabras y sentimientos. Se trata tan solo de consciencia.

Entendida a la manera budista como un espejo que si bien refleja lo que se le pone delante, sin recibir por ello ninguna mancha y sin que nada quede en él, existe algo que sobrepasa el yo y que está más allá del ego primario. Es la consciencia. La consciencia siempre está tranquila, registra lo que pasa, es testigo, pero no se afecta en nada por ello.

Leo con sentimientos raros los escritos y algún comentario en ellos me hace estremecer. Mi madre murió entendiendo sin entender lo que escribo, sin aceptarlo. "Tú que te quieres tan poquito, y yo que te quiero tanto" me puso alguna vez en una nota. Noches de alucinación, medias palabras y comprensión total. La inteligencia más sofisticada. El mismo y otro por tanto. Tocado por el dedo de dioses benevolentes casi nunca.

Crecer duele. No ese "crecer como personas" que se menciona tanto (ni modo que creciéramos como pulpos). Crecer resulta ser no más que encontrarse con el mundo adulto. Tener que jugar con sus reglas. Mundo que quiere vernos, y que nos veamos, como integrantes de su equipo. Aunque nos resistamos, aunque no hayamos sido niños, el paso del tiempo nos dota, supuestamente, para la vida que además debemos agradecer. Tenemos que tomar posturas. Sin que sea evitable ya no se es niño y se establece un juego de transferencias no siempre justo en términos de tiempo, de modo y de lugar. Recurrente y persistente. Pero al mismo tiempo excesivamente humano.

El fardo se acomoda estemos o no preparados para cargarlo, sin que dependa de que lo queramos o no.

Como adulto se actuará cada vez más bajo esquemas de conocimiento cristalizado. Aunque no se niega el aprender, cada vez se obra más por "experiencia".

Se puede preservar un mundo hasta su inserción en el otro, sin cerrar las puertas ni las ventanas porque todo sigue su curso. Preservarlo significa concentrarse en lo que toca, en el tiempo y la oportunidad que toca. Nadie puede pedir más, pero también todos tienen derecho a no pedir menos. E intentar ser feliz al hacerlo y no dejarse llevar a ningún pleito en que no se sea parte.

A veces nos planteamos regresar. Mirar atrás es convertirse en estatua de sal. Pero es muy tentador ese regreso que es hacia adelante, que es movimiento, que significa no quedarse.

Todos finalmente comprenden nuestro modo de ser. No es tan grave que no estén felices con el. Pero si es grave que uno no lo esté, en el entendido de que felicidad no es más que estar en paz consigo mismo.

Apartaremos y seremos apartados: "Vendrá un tiempo en que ya no sabremos dar un nombre a lo que nos una. Su nombre se irá borrando poco a poco de nuestra memoria. Y luego, desaparecerá por completo”. Pasa en todos los ámbitos.

Por otra parte, descubrir el lenguaje para llevarnos bien si no con toda la humanidad, con la parte de ella que nos rodea, es un problema de lado y lado.

Todo pasa dentro aunque pase fuera. Y pasa.

Siempre se es más uno de lo que uno mismo y otros creen. En éste vórtice insano y fatal que se llama vida, lo peor es lo que se irroga.

Mis démones han ganado la batalla. Y también la guerra. Les he abandonado el campo. Ahora que terminan de consolidar sus posiciones escribo esto que no leerá nadie aunque esté aquí. Porque la han ganado puedo decir por qué lo hicieron: luché con ellos día a día desde mis diez años -enterarse de que existian fue el primer uso de la razón- y al hacerlo no los dejaba ir. Siempre contaron con el oxígeno que les daba la lucha. Pude haberlos sacado de mi mente, tuve los argumentos y la solidez intelectual para hacerlo. Retuve los muy malditos. A ciencia y paciencia de lo que sucedería.

Les tengo reservado, con todo, un lugar muy brillante para ellos. Y muy oscuro.

Pero no hay que pedirle a nadie que amanezca.


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* Margarita Durás (Hiroshima Mon Amour)



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