Epicuro

"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro

"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia

febrero 02, 2011

Retorno





Luis Fernando Gutiérrez-Cardona



Ser todavía, allí donde ya no nos queda
más que ese «todavía» por vivir.
—Edmond Jabés



Hice algunas horas de camino y al abrirse el horizonte sobre el pueblo todo lo vi blanco; todo estaba cubierto por una luz inquietantemente blanca y los colores, todos, eran blancos.

Detuve el vehículo a lo lejos y me bajé a mirar. No hay linderos entre las montañas y las nubes. Aquellas suben hasta estas para tomar su color, y estas descienden sobre aquellas para dárselo. Unas y otras lo reclaman y se lo conceden. Es la neblina de la niñez que no ha desaparecido y se apodera del agua del río tutelar, blanco, abandonado, triste.

Crucé el puente expectante y accedí a las calles. Las recorrí a pie más tarde. Miré a las personas a los ojos, me detuve en cada esquina a hacer el inventario de quién vivía aquí y quién allí. Miré las casas que están y también las muchas que no. Las que han transformado o desaparecido. Todo, no podía ser de otra manera, revestido de ahora, es presente y silencioso. No encontré el pasado que había ido a ver. Horriblemente vacío. Al caer la noche me senté en las escaleras de lo que llamábamos el atrio a esperar la nostalgia que no quiso acercarse. Un policía me miró curioso y escuché el discurso desesperanzado de un político de los que no están en el poder, desde la otra esquina.

El hotel, solitario, impersonal me acogió entre los árboles. Dormí poco y mal. Salí, aun oscuro, a sentir aquel frio, aquella humedad, aquella luz del amanecer y me topé de nuevo con esos colores blanco y verde que en conjunción seguían siendo uno. Cubierto con una manta fui descalzo al bosquecillo de eucaliptus del fondo para escuchar entre las nubes y el rumor del agua, el cantar de los pájaros desde lo profundo del bosque que sobrevive en las laderas de Piamonte. Solo uno cantó y ese canto lo capté como desesperado.

Iba a estar varios días, pero no me retuvo nada salvo el hecho de que donde quiera que se esté puede tocarse el cielo. Quería ver fantasmas y el único que encontré estaba en mí. Tomé el camino de regreso. Irónico, pensé que era regresar del regreso y se me hizo muy extraño.

Igual que las luces de las velas que conocí cuando la oscuridad existía, batido por el viento, el pasado en el corazón es ya pasado.

Al regresar de muerte, la muerte en casa me esperaba.







Fotoa: Hugo Vélez Isaza


Foto: lfg-c



1 comentario:

Manuel Vicente Sánchez Castro dijo...

al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver....dijo una canciòn un día...