Hogar
viene del fuego que se mantenía encendido en el centro de cada
casa, alrededor del cual se reunían todos para cocinar, comer,
conversar, calentarse o protegerse de los animales y protegerlos a ellos.
Conocí el fuego
en el estado original en que lo descubrió el hombre unos diez mil
años atrás, es decir, surgiendo de la madera en algo que se llamaba
hornilla o fogón de leña. La leña se tomaba libremente de donde la hubiese o la
vendían en jotos que cargaba un burro. El carbón de leña,
trasformación ancestral que se hacía quemàndo troncos bajo tierra, lo vendían
por paladas hombres ennegrecidos por el trabajo de años. En cada casa había un costal para
el carbón y, en alguna parte, el depósito al que los niños eramos
enviados por ello cuando hacía falta. La mamá se arrepentía porque después
tenía que lavar ropa y muchacho.
El
fogón nunca se apagaba. En las noches se cubría con ceniza un tizón encendido que no se
consumía y en la mañana alimentaba a sus compañeros de suerte o
infortunio utilizando un artefacto en forma de rombo tejido de hojas de palma llamado china. Echar china
a las arepas era, para el no experto, un fracaso que terminaba en nube de cenizas,
arepas perdidas, chinazos en la cabeza, carreras, echada de la
cocina y gritos; o en arepas quemadas que salvaban raspándolas con una
lata. Eran cuarenta por día, más las del desayuno y unas
masas saladas, alargadas y deliciosas para el algo de las cuatro al regreso de
la escuela. Guardadas en canastas que colgaban sobre el fogón, ¡ay!
de quien se comiera una a deshoras o en exceso de las que sabía le
correspondían. ¡Quién-se-comió- las-arepas! grito y palmada
simultánea a quien estuviera más cerca, fuera o no el autor, era frecuente.
El fogón, de fogare, bullía de gente y actividad a su alrededor.
Montaban mazamorra, frijoles y sopas de plátano que era lo que la
tierra daba y, cuando las neveras no existían o los recursos eran escasos, pendían sobre él
carne salada untada con cebollas largas. Es que ciertos gustos e idas
a comer manjares sospechosos, provienen del hogar paterno.
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