Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Esta
es una discusión sobre lo que nos gusta y lo que no. No sobre la
libertad porque la libertad es regulada. Hay demasiadas cosas que al ser humano le gustan y no es
libre de hacerlas. Y otras que es libre de hacerlas a pesar de lo
perjudiciales que son para la especie (fumar
por ejemplo) o que se permite hacer a pesar de los pesares (la pena de muerte). Se puede catequizar un budista para que crea en los beneficios de la cruz, o a un cristiano para que crea en la
reencarnación pero se pierde el tiempo. Es una discusión en la que no
cabe discusión. Se exponen argumentos a sabiendas de que se
razona sobre asuntos de convicción profunda, íntima y personal. A la final, será el cambio
cultural el que se impone en cualquier sentido. Muchísimas costumbres ancestrales cayeron en desuso y desaparecieron por sí mismas, con algo de ayuda por supuesto. ¿Qué se hicieron los dioses del Olimpo? Pero está muy mal que
prohiban simplemente lo que a algunos no les gusta, porque por ese
camino cualquier cosa puede hacerse, y se ha hecho: desde la inquisición
hasta el stalinismo, desde las brujas de salem hasta el nazismo. Las ejecuciones públicas en la Inglaterra de los Tudor, o las decapitaciones en masa de la Revolución Francesa se veían como espectáculos no solo aceptables sino encomiables y Calígula se inventó una máquina de matar.
Es contradictorio, aunque no lo sea, que quien quiere prohibir en Bogotá, en su momento andaba armado y lideraba el grupo que le echó candela a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Es contradictorio, aunque no lo sea, que quien quiere prohibir en Bogotá, en su momento andaba armado y lideraba el grupo que le echó candela a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
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