Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
En su Historia de la Sexualidad, Foucault, sodomita él, invertido él, marica él, pervertido él, víctima del sida él, anota: “El sodomita era un relapso, el homosexual es ahora una especie.”
O sea, de penitente reincidente a conjunto de iguales.
Pero he aquí que ha devenido en especie invasora que reclama
territorio, se lo apropia, lo exige, se lo toma y, si es posible, se
come las nativas. En más de un sentido. Especie que acepta, por sufrir,
los calificativos de bíblicos a freudianos antedichos, y se da uno
nuevo: el de “diverso”. Pero que pugna por ser reconocida entre los
patos, no como otro pato, sino como pato de otro corral para mirar desde
él como diverso al otro: ¡cuack! dicen allá, ¡cuack, cuack! responden
acá. Corral de bares, ambientes, demandas, reclamos de igualdad.
¿No que diversos?
¿Es transgresión la transgresión? Si lo es, despierta rechazo porque
sí; si no lo es, no hay que usarla como arma de batalla. Una camiseta que diga
“soy gay y qué” es tan insufrible como una que diga “soy narizón y
qué”. Se trata de sentirse lo que se es porque se es.
El reclamo homosexual de admisión en instituciones como el
matrimonio, es un reclamo asimilasionista, derivado a la decisión de los
otros, que se lo pelotean. Foucault anota:
“Si se pide a la gente que reproduzca el vínculo del matrimonio
para que su relación personal sea reconocida, el progreso realizado es
nimio…. En vez de decir ‘tratemos de reinsertar la homosexualidad en la
normalidad’ digamos lo contrario: ¡No! Dejemos que escape en la medida
de lo posible al tipo de relaciones que nos propone nuestra sociedad e
intentemos crear, en el espacio vacío en que estamos, nuevas
posibilidades relacionales”
Es vivir y dejar vivir.
Podría ser muy simple: si el drama es el Artículo 42 de la C.N. que dice:
“Art. 42. La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la
decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la
voluntad responsable de conformarla”
ello se sustituiría sin casi cambiarlo diciendo:
“Art. 42. La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la
decisión libre o por la voluntad responsable de hombres y mujeres de conformarla.”
Listo. Si tal es la idea. Que me temo puede no llegar a tanto cuando él diga
a él: “Ya puse la bicicleta a nombre de los dos, haz tu lo mismo con el
Mercedes.”
Es que lo que vale entre hombre/mujer no vale igual entre
hombre/hombre y mujer/mujer. Porque si no ¿entonces pa’que?
Foucault murió en 1984 y ha llovido, pero es fácil coincidir con él
en que no se trata de insertarse en las relaciones atávicas. La lora con
la palabra matrimonio y la pelea por él, atropella las especies que se
consideran estables y establecidas. Es creando esas nuevas relaciones, de características nuevas y nuevos nombres que lo diverso se expresa como diverso.
Que sea lo mismo, está bien. Pero distinto.
§
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