Nada y así sea.

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

"Padre nuestro que estás en los cielos, danos hoy nuestra matanza de cada día, líbranos de la piedad, del amor, de la confianza en los hombres, de las enseñanzas que nos dio tu Hijo. Porque no ha servido para nada, porque no sirve para nada. Para nada, y así sea."

Este fín de semana leí Nada y Así Sea. El relato de Oriana Fallaci sobre la Guerra de Vietnam y, en sus páginas finales, sobre la matanza de la Plaza de las Tres Culturas en ciudad de México el 2 de Octubre de 1968. Han pasado años de esos hechos que se perciben completamente actuales. Las guerras se sofistican pero siguen siendo matanzas, torturas, sinrazones. Los generales jugando con los hombres como soldaditos de plomo. El general Nguyen Ngoc Loan mata en mitad de la calle, frente a la cámara de Eddie Adams,  al prisionero del Viet Cong Nguyen Van Lem, un enemigo con las manos atadas. La Fallaci expurga con suerte que ella misma reconoce irregular, el hecho. Loan le responde "Era un saboteador... Había matado a mucha gente".

La guerra se ha acercado. La tenemos guardaba en el bolsillo en forma de un teléfono celular, instrumento tóxico, odioso, letal; poderosísima arma para perseguir, imaginar, celar. Capaz de matar en un instante no a cientos de miles, que posiblemente de ellos no se conozca alguno, sino los seres más cercanos, aquellos con quien vives dia a dia, con quienes se ha vivido la vida y se esperaba vivir la muerte. A uno mismo. Así el Padre nos da la matanza de cada día haciéndonos olvidar de la piedad, del amor, de la confianza en los hombres.

Nada de eso sirve para nada. Para nada, y así sea.

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