Dicho

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

Se lo diré de manera directa, brutal y desesperanzada: usted me gusta. No me ha visto jamás y es posible que jamás lo haga. Pero usted me gusta.

Con ésta información —si llegara a tenerla— usted bien puede no hacer nada. De hecho, no tiene que hacer nada porque ello no es su problema.

Ayer al mirarme al espejo mientras me cortaban el cabello observé vacías las cuencas de mis ojos. Por ahí debe originarse la calavera, pensé. Pensé también que la calavera empieza a serlo mucho antes que desaparezca la carne. Pensé que ni calaveras van quedando, que la transición a tierra vía fuego es rápida, eficiente, y si se quiere limpia. Pensé que los sentimientos alimentan la pira que la muerte extingue. Y que ni eso. Y que por tanto tenía que decir lo que dije aunque al sembrarlo, el aire bien podría convertirlo en tormenta. 

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