Epicuro
"Haec, inquit, ego non multis, sed tibi; satis enim magnum alter alteri theatrum sumus. "
Epicuro
"Cerca de mi no hay más que lejanias."
Antonio Porchia
Los Mexicas
Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Aprovecho las horas de avión para leer Escultura Monumental Mexica
(Eduardo Matos Moctezuma, y Leonardo López Luján, FCE), libro grueso que
hube de comprarme para regustar lo visto en el Museo Nacional de
Antropología. Leerlo antes era más lógico, claro.
Coatlicue - La de la falda de serpientes y pies de garras, Madre de los
Dioses. Los avatares de esta escultura de 3.50 metros de alta por 1.30
de ancho y 1.30 de profundidad, descubierta en la Plaza Mayor cuando
un Virrey la intervino para sanearla y nivelarla son apasionantes. El
Virrey, contra lo que se hizo por muchos años, protegió la estatua y la
entregó a la Universidad para que la cuidara. Pero la Universidad era
gestionada por curas que pronto empezaron a murmurar que el pueblo
estaba aprovechando los momentos de soledad para rendirle homenaje. Por
lo que optaron por enterrarla de nuevo. Humboldt, el mismo que anduvo
por aquí, consiguió que se la mostraran y volvieron a supultarla y así
todo un video. Aquí su frente, y la imagen de la base.
Piedra de Tízoc - Soberano de Tenochtitlan entre 1481 y 1486 d.C. El
monolito, actualmente en la Sala Mexica del Museo Nacional de
Antropología es un cuerpo cilíndrico de andesita de 94 cm de altura, 265
cm de diámetro y unas 9.5 toneladas de peso. Las caras superior y
lateral del cilindro están labradas. La superior luce la representación
convencional del Sol. La lateral tiene una secuencia de 15 escenas, cada
una conformada por un guerrero sometiendo a una deidad que personifica
al señorío particularizado con un glifo toponímico. La secuencia está
limitada por dos bandas horizontales, una arriba y otra abajo, que
figuran respectivamente un cielo nocturno y un reptil. Una concavidad
central y un profundo canal dañan la labra de la escultura, rompiendo en
forma radial el disco solar de la cara superior y una de las escenas de
conquista de la cara lateral.
Tlaltecuhtli - Señora/Señor de la Tierra. Tiene 4.17 por 3.62 metros y
una profundidad de 37 cms. Pesa 12 toneladas. Encontrada en Octubre del
2006 rota en cuatro pedazos, le falta en el centro uno de 60 centímetros
cuadrados, que quizá fue conservado por los sacerdotes en otro lugar y
no se ha hallado. Formaba parte de la estatuaria del Templo Mayor.
Conserva sus colores originales.
Coyolxauhqui - La gran piedra se encontró en la base de las escaleras del Templo Mayor
en febrero de 1978, Representa a Coyolxauhqui, descuartizada, con la
cabeza, brazos y piernas separados alrededor de su cuerpo. La forma
redonda de la piedra indica que es la diosa lunar. En ella se distinguen
pequeñas bolas de plumas de águila en el cabello, un símbolo en forma
de campana sobre su mejilla, y una
pestaña mexica con el símbolo mexica para año en su oreja. Como en las
imágenes de su madre, se le muestra con unos cráneos atados a su
cinturón. Los estudiosos opinan también que la decapitación y el
desmembramiento de Coyolxauhqui se refleja en el patrón de los
sacrificios rituales de los guerreros. En primer lugar, los corazones de
los cautivos eran extraídos del pecho. En seguida eran decapitados y
desmembrados. Sus cuerpos eran arrojados desde el templo, por las
escalinatas de la pirámide, quizás sobre la gran piedra de Coyolxauhqui.
Aunque la Piedra del Sol es la pieza más estudiada
en los últimos dos siglos, su simbolismo sigue siendo un misterio y a
más de 200 años de su descubrimiento en las calles del Zócalo; originalmente yacía sobre un monumento de baja
altura y en una posición horizontal y no vertical como suele señalarse y
exhibirse. “Es una escultura en que el artista anónimo que la esculpió dejó labrada de manera prodigiosa toda la cosmovisión de un
pueblo adorador del Sol –cuatro fueron los soles por los que había
pasado la humanidad antes de su creación definitiva–, aún se resiste a
entregarnos todo su contenido ancestral; capricho de los dioses, dirían
muchos, medianía de los sabios diría yo, pues la piedra resiste el
tiempo y los embates de quienes quisieran penetrar en sus misterios”.
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