Gracias por permitirme acompañarlos en este
formidable recorrido de dos semanas. A medida que consulto tantas notas
que tomé dia a dia en mis aparatos y las que que agregué en mi libreta,
asi como las imágenes mentales que me fui haciendo a lo largo de las
calles, las avenidas, las carreteras y desde la ventana del apartamento,
y mediante fotografías, descubro la riqueza de paseo y el portento que
es ocupar el tiempo viviendo y no solo sobreviviendo.
El libro gordo y
pesado que compré sobre los Mexicas me ha abierto todavía más los ojos a
lo que vimos y pudimos disfrutar.
Me enamoré de la cultura prehispánica
mexicana y siento un pequeño orgullo guardado de que en América
existieron pueblos y culturas iguales a la egipcia y de otros lugares, a
las que les faltó un poco de tiempo. Iré escribiendo sobre ello a
medida que encuentre las palabras.
Disfrutamos las
sonrisas despreocupas e inteligentes de la gente más joven. La
determinación y el valor incansable de los demás, las vacilaciones de Oscar Andrés,
las comidas sufridas y siempre comentadas y hasta un jalapeño atómico. Gozamos el poder de la amistad que soy conciente de no merecer y por lo mismo es
más generosa.
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