Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
El poder hipnótico de la tecnología. Con mis compañeros de viaje más Oscar Andrés la aventura de cada instante es la caza de una red wi fi. La primera pregunta en cualquier parada es ¿nos da la clave por favor? Y la concentración en tabletas y teléfonos es total. Todos estamos allá, ninguno acá. Y de pronto hacemos preguntas ofensivas de lo idiotas, solo porque estuvimos tan inmersos en esto que no nos damos cuenta de qué hacemos, ni qué somos, ni dónde estamos. Por supuesto la respuesta que obtenemos trae algo de genio y echamos la culpa a quien la da. La rumba de navidad -rumba de ipad- y la de año nuevo corrieron por cuenta de YouTube. Cada uno desde su dispositivo envió al televisor alguna cosa y siguió concentrado en él, en sus cosas, en su gente, en sus intereses... Porque sus intereses, sus cosas y su gente no están aquí. Porque el amor que nos tenemos es de pacotilla. Porque solo lo que brota de las pantallas, es. No importa que de hecho estés al lado. Antes del saludo de año nuevo se impuso la foto para el wazap. Me tocó arrebatar los aparatos para que nos concediéramos 30 segundos.
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