Luis Fernando Gutiérrez-Cardona
Internet es lleno de millones de personas. Persona es, en mi definición, lo que
delimitado por la piel ocupa un cierto espacio. Todo y nada. Ninguna a
quien contemplar, a quien gustar, a quien amar, a quien querer honesta o deshonestamente. Se puede desear, pero no decirlo. Los pensamientos
son peligrosos tanto como compartir un sentimiento o una opinión. Todo
hecho es pequeño en comparación con los precedentes y lo que vendrá. Si
matan cien ¿qué es ello en comparación con los millones
que mataron los mongoles? ¿Con los cientos de miles de las bombas
atómicas? ¿Qué fanatismo es menor que la Inquisición? ¿Y las Cruzadas?
¿Y las cimitarras? ¿Y el descubrimiento de América no es también tu
culpa? ¿No fueron 70 millones los muertos de la Segunda Guerra? ¿Qué es una bomba frente a la peste negra? Todo es justificable bajo la teoría del 'y tu más'. Y se creen
inteligentes al decirlo con sus memes ridículos que cosechan centenares de likes. Entonces uno siente pena de haber sentido pena. El candidato presidencial clama ¡torturádlos¡ ¡torturádlos! mientras la galería aplaude. Si puede ser.
Se atraviesa Fernando Pessoa: "Memorias, domingos, misas, placer de
haber sido, milagro del tiempo que quedó por haber pasado, y no olvida nunca porque ha sido mío... Diagonal absurda de las sensaciones probables, ruido súbito del carruaje de la plaza que suena
ruedas en el fondo de los silencios ruidosos de los automóviles, y
de cualquier modo, por una paradoja maternal del tiempo, subsiste
hoy, aquí mismo, entre el que soy y el que he perdido, en
el anteromirar mío que soy yo... ¿Qué sé? ¿Qué busco? ¿Qué siento?
¿Qué pediría si tuviese que pedir?"
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